"Diálogo con lo invisible"
Hola.
La mayoría de mis amigos —bueno, en realidad no tengo tantos— me han hablado de ti. Me cuentan las cosas extraordinarias que has hecho en sus vidas: la gran familia que tienen, el buen trabajo que poseen, la excelente salud de la que gozan... y lo agradecidos que están porque, según ellos, todo eso tú se los has dado.
Pero, ¿cómo es posible? Tomemos a Rodrigo, por ejemplo. Todas las mañanas sale a correr, sigue una dieta balanceada, no come nada de grasa y hace ejercicio. Él mismo cuida su cuerpo y por eso tiene buena salud. ¿En qué momento interviniste tú, si todo el esfuerzo es de él y no tuyo? ¿Acaso estás a su lado dándole ánimos? Yo lo veo cada mañana, porque corremos juntos, y llevamos una vida muy similar. La única diferencia es que él cree, o mejor dicho, está completamente seguro de que eres tú quien le da toda esa vitalidad. No logro entenderlo.
Mírame a mí. Estoy físicamente bien, tengo buena salud. La esposa excelente y los hijos maravillosos que tengo... ¿acaso me los diste tú? Sigo sin comprender por qué Rodrigo me habla tanto de ti, si ni siquiera puedo verte. Cuando le pregunto: «A ver, enséñame dónde está», él me responde: «Está en todas partes. Pero si quieres conocerlo, solo siéntate en la tranquilidad de tu casa, abre tu corazón y háblale». La verdad es que cuando me dijo “abre tu corazón”, pensé que se había vuelto loco, pero luego entendí a qué se refería.
El punto es que aquí estoy, en este preciso momento, hablándole a la nada. Estoy cediendo por un instante, gracias a la insistencia de Rodrigo, creyendo que podría obtener alguna respuesta. Sin embargo, una parte de mí sigue convencida de que todo esto no existe, simplemente porque no lo puedo ver.
Eso sí, el día en que tú aparezcas, seas como seas, y te presentes frente a mí para decirme: «Hola, vine a responder tus preguntas», solo entonces, allí recién podré creer.
De lo contrario, seguiré pensando que hoy he perdido mi tiempo hablándole a la nada.
Mike
No hay comentarios:
Publicar un comentario