Tierno momento, es el blog donde plasmo todo lo que siento, las fantasías, lo irreal, lo romántico, el AMOR, los nostálgico, la aventura, el suspenso, el reclamo, el enojo. Cuando escribo me inspiro en las experiencias de mi vida, en el amor que he conocido, las tristezas que he vivido, en las personas que he amado, en las que amo ahora, realizo una mezcla entre el pasado el presente y el futuro.

miércoles, 11 de junio de 2025

Abuelo, ¿Como conociste a la Abuela?

 —Abuelo, ¿cómo conociste a la Abuela?

—Ven pequeña, siéntate aquí. Lo recuerdo como si fuera ayer, aunque ya han pasado 40 años…

Estaba esperando el cambio de color del semáforo en la Av. Principal. Demoraba más de lo normal. Al frente mío, un mar de gente… y en medio de todos ellos, apareció ELLA.

Tan resplandeciente, tan hermosa, con un brillo espectacular que quedé paralizado. No dejaba de mirarla. De repente, el resto de las personas habían desaparecido. La luz del semáforo cambió de rojo a verde y tu ABUELA avanzó. YO, quieto, sin moverme en absoluto.

A cada paso que ella daba, del suelo nacían rosas y el movimiento de sus brazos detrás de ella parecían las alas de un ángel. Su abundante cabello ondeaba de lado a lado al compás del viento. Vestía de azul y de encajes perfectos que resaltaban la silueta de su cuerpo y, alrededor de su cuello, llevaba una bufanda de color rojo.

El tiempo se ralentizó y yo seguía sin moverme. Todo a su contorno era hermoso. Sonreía, con labios rojos y dientes del color de la luna, ¡y qué decir de su piel de color terciopelo! Se acercaba más, junto con el aroma de jazmines que emanaba de ella, un perfume exquisito. Cerré los ojos e inhalé profundamente su aroma, quedando más inmóvil aún. Al abrir los ojos, tu abuela pasó por mi lado rozando mi brazo. El toque de su piel activó el movimiento de mi cuerpo, haciéndome sentir que estaba en el cielo.

Luego, escuché dos palabras: “PERMISO, POR FAVOR”. Era un tipo enorme que quería cruzar la pista. Rompió la magia en ese instante, pero bueno, di la vuelta rápidamente para volver a verla. Ella estaba alejándose. Mi cuerpo empezó a sentirse acalorado, era porque el sol empezó a radiar más fuerte, y eso hizo que ella se quitara la bufanda. Al querer guardarla en su bolso, se le cayó y no se dio cuenta.

Corrí tras ella… y por la bufanda, claro. Ya casi por llegar, otro tipo enorme también la vio, la recogió y gritó: “¡SEÑORITA, SEÑORITA!”. Pero tu abuela no escuchó. Mejor para mí. Llegué a él y le dije: “Hey amigo, ella es mi esposa, yo le entrego la bufanda”. Ja ja ja ja ja, ¿ves? Antes de hablar con ella ya era mi esposa, he he he he. Al tener la bufanda en mis manos podía sentir de nuevo el aroma a jazmín, que volvió a dejarme inmóvil, pero reaccioné de nuevo. Ella se alejaba, así que corrí y la alcancé.

Tomé su mano y le dije: “Señorita, su bufanda”. Fue un momento que jamás olvidaré. Tu abuela cuenta que al sentir mis manos, abrió más sus ojos —tú sabes que tu abuela tiene los ojos grandes y hermosos—, una mezcla de misterio y susto; un susto que la impulsó a intentar darme una cachetada con la otra mano, pero… al momento de voltear y mirarme, no logró hacerlo. Dice que fue algo que vio en mí que le inspiró confianza. No sé, cree ella que fue mi barba sexi, o el color de mis ojos. Yo pienso que fue porque quedé arrodillado sosteniendo su mano, era como una imagen de pedida de matrimonio. Pero que me salvé de la cachetada, eso sí fue un hecho.

Estaba allí, frente a ella. “Disculpe señorita, se le cayó la bufanda. He corrido más de 10 cuadras para alcanzarla” —siempre yo exagerando, en realidad fueron como unos 20 pasos—. Ella sonrió, recibió la bufanda y dijo: “GRACIAS”. Siguió su camino. La vi alejarse, pero fui detrás de ella. “Señorita, disculpe, es que no quería dejar pasar este momento, ¿será que puedo invitarla a comer un helado de camino?”.

Y tu Abuela dijo: “ESTÁ BIEN”.

Y así, mi niña linda, fue como conocí a tu Abuela. Desde ese día inició una historia de amor que perdura tantos años, y el fruto de ese amor fue tu padre, Evan, quien a su vez nos dio el regalo más grande: a ti, mi pequeña nieta.

Mike.

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