Tierno momento, es el blog donde plasmo mi imaginación, las fantasías, lo irreal, lo romántico, el AMOR, los nostálgico, la aventura, el suspenso, el reclamo, el enojo. Cuando escribo me inspiro en las experiencias cotidianas, en la reacción de la gente, en una sonrisa, en la naturaleza, o simplemente en dos palabras que puedas decirme.

lunes, 18 de agosto de 2025

Meteoro


 

“Meteoro”

A los 7 años descubrí el mundo en el que vivía, no de una forma alegre, si no de una, que al recordarla me llena de una pena profunda y me persigue desde entonces.

Conocí a mis padres y a mis dos hermanos a esa edad, yo era el del medio.

Tenía un Pollito de mascota, que por una mala fortuna fue devorado por un gato callejero que se metió por la ventana rota de la cocina.

Grité fuerte para asustar al gato, golpeé con todas mis fuerzas la puerta, pero al malévolo no le importó, él quería a mi pollito. A través de la ranura vi como corría mi pequeño amigo aleteando sus diminutas alas y llorando del susto, eso es lo que interprete al escuchar sus “píos, píos temerosos”. Un silencio abrupto invadió la cocina, Él gato lo había capturado, sujetándolo del cuello y arrastrándolo a un rincón oscuro. Solo podía ver la cola del felino moviéndolo de un lado para otro y escuché en el más cruel de los silencios, el crujir de los huesitos de mi pequeño pollito.

No pude salvarlo, ya que la puerta estaba trancada con un cerrojo qué no llegaba a alcanzar. En mi desesperación mi mente se nublo por completo, no pensé siquiera en buscar alguna silla para poder llegar a abrirla. Entre los golpes desesperados y mi corazón en hilo, ya sin fuerzas para gritar, susurré su nombre: “Meteoro”. Lo siento amigo… lo siento. 

Me dolió tanto perderlo, lloré todo el día. Esa tarde la puerta estaba cerrada, mi mamá me dejó solo en casa y mis hermanos salieron con mi papá para su cita médica. 

Cuando mis padres regresaron a casa, la escena en la cocina era un desorden total, las gotas de sangre en el piso mostraban la crueldad del animal, algunas plumas amarillas quedaron flotando en el aire. El gato había escapado con el resto del cuerpo. No conseguí consuelo por más intentos amorosos de mis padres. 

Al día siguiente mi madre, con la intención de encontrar alivio a mi pesar, llegó del mercado con un nuevo pollito… 

—Edward, mira, te traje una nueva mascota.  Al ver la sonrisa de mi mamá buscando en mi mirada alguna muestra de alegría. Grite desconsolado.

—¡Nadie podrá reemplazar a “Meteoro"! y me encerré en mi cuarto para seguir llorando.

 

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