Al despertar, mi vista borrosa luchó por enfocar el reloj alarma, y cuando finalmente se aclaró, descubrí que aún faltaban 5 minutos para que sonara. Aún hay tiempo—pensé—, recojo la frazada cubriendo mi rostro —qué frío—, este mes está tan helado. Intento sumergirme de nuevo en el sueño. —No logro conseguirlo—. lo único que obtengo es tenerte en mi mente. Hoy cumpliríamos 35 años de estar juntos y el clima frío… me ayuda a recordarte:
1990, con mis 15 años de edad, secundaria mixta en el colegio del Callao, Nuestro barrio colorido, nuestros callejones y quintas envueltas en plantas y flores que se mezclaban con el olor a tabaco. Estaba muy de moda fumar en esos tiempos, si no tenías un cigarro entre tus dedos era como sentirse desnudo, formaba parte de nuestro atuendo y a mi edad, no me permitiría estar despojada ante los ojos de mis amistades.
Un foco grande ilumina la entrada, que a partir de las 7 de la noche era el punto de encuentro con todas mis amigas de la quinta. Desde allí observábamos a los chicos pasar, fue nuestra pasarela privada por mucho tiempo y lo usábamos para señalar y escoger al más atractivo.
El rugir de un motor nos exaltó, mi cuerpo sobresaltó y mi corazón latió a mil. Frente a nosotras descendía de una moto lineal un chico, que fue el motivo para que todo en mi se estremeciera.
Se retiró el casco suavemente dejando caer con el viento su ondeada cabellera castaña y recogiendo con sus manos hacia atras para iluminar su rostro, con aquellos ojos intensos de color verde que al mirarlos sentía que me penetraba el alma, su piel blanca y terza resplandecia con la luz de la noche, una nariz respingada, junto con unos labios rojos y delgados, me provocaban tanta calentura que sentí que mis pechos se endurecieron y sobresalían de mi blusa.
Trague saliva cuando se quitó la casaca de cuero dejándola caer sobre el asiento y así, dejó al descubierto la mitad de su anatomía, su dorso encajado a su polo marcaba sus abdominales rígidos, sus brazos marcados con venas prominentes llegaban hasta la punta de sus dedos, esos dedos con los que deseaba ser tocada.
Todos mis sentidos se centraron en él, era un chico muy atractivo, el mejor de mi pasarela… y lo quería para mi.
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