Este es mi espacio para la imaginación, Tierno momento de Mike Durand, encontraras cuentos cortos, poemas, cacnciones, Escritos cortos.
jueves, 28 de agosto de 2025
”Tus manos crecerán”
“Buscando tu mirada”
“Buscando tu mirada”
El desayuno comienza otra vez con una atmósfera helada, por
más que la taza de café esté humeante. Ese calor no es suficiente para que,
esta vez, llegues a mirarme.
Te alcanzo el azúcar, con la intención de endulzar tu corazón.
Hoy, también lo tienes endurecido.
Rozo tu mano esperando que sostengas las mías, pero las
apartas abruptamente para coger la mantequilla.
No hago más que agachar la mirada.
Después, me levanto de la mesa, esperando que tus ojos
busquen los míos.
—Ya me tengo que ir —te digo, con una esperanza más de
encontrar tu mirada.
Respondes con las mismas palabras que ayer, las cuales se
han vuelto un eco doloroso en mi cabeza.
—Que te vaya bien... Hoy tampoco estaré en casa.
miércoles, 27 de agosto de 2025
36
lunes, 25 de agosto de 2025
“Justicia para Amarís”
viernes, 22 de agosto de 2025
“Nunca me sueltes”
“El destino tenía tu nombre”
jueves, 21 de agosto de 2025
"Solo quería que me amara"
lunes, 18 de agosto de 2025
Meteoro
“Meteoro”
A los 7 años descubrí el mundo en
el que vivía, no de una forma alegre, si no de una, que al recordarla me llena
de una pena profunda y me persigue desde entonces.
Conocí a mis padres y a mis dos
hermanos a esa edad, yo era el del medio.
Tenía un Pollito de mascota, que
por una mala fortuna fue devorado por un gato callejero que se metió por la
ventana rota de la cocina.
Grité fuerte para asustar al
gato, golpeé con todas mis fuerzas la puerta, pero al malévolo no le importó,
él quería a mi pollito. A través de la ranura vi como corría mi pequeño amigo
aleteando sus diminutas alas y llorando del susto, eso es lo que interprete al
escuchar sus “píos, píos temerosos”. Un silencio abrupto invadió la cocina, Él
gato lo había capturado, sujetándolo del cuello y arrastrándolo a un rincón
oscuro. Solo podía ver la cola del felino moviéndolo de un lado para otro y
escuché en el más cruel de los silencios, el crujir de los huesitos de mi
pequeño pollito.
No pude salvarlo, ya que la
puerta estaba trancada con un cerrojo qué no llegaba a alcanzar. En mi
desesperación mi mente se nublo por completo, no pensé siquiera en buscar
alguna silla para poder llegar a abrirla. Entre los golpes desesperados y mi
corazón en hilo, ya sin fuerzas para gritar, susurré su nombre: “Meteoro”.
Lo siento amigo… lo siento.
Me dolió tanto perderlo, lloré
todo el día. Esa tarde la puerta estaba cerrada, mi mamá me dejó solo en casa y
mis hermanos salieron con mi papá para su cita médica.
Cuando mis padres regresaron a casa,
la escena en la cocina era un desorden total, las gotas de sangre en el piso
mostraban la crueldad del animal, algunas plumas amarillas quedaron flotando en
el aire. El gato había escapado con el resto del cuerpo. No conseguí consuelo
por más intentos amorosos de mis padres.
Al día siguiente mi madre, con la
intención de encontrar alivio a mi pesar, llegó del mercado con un nuevo
pollito…
—Edward, mira, te traje una nueva
mascota. Al ver la sonrisa de mi mamá
buscando en mi mirada alguna muestra de alegría. Grite desconsolado.
—¡Nadie podrá reemplazar a
“Meteoro"! y me encerré en mi cuarto para seguir llorando.
domingo, 17 de agosto de 2025
"El café del recuerdo" A MI MADRE
Fin.
Mike Durand 25/12/2009
miércoles, 13 de agosto de 2025
Te Amo
"Te amo"
Vuelvo a sonreír, vuelvo a ver la
claridad de la vida, vuelvo a sentir mi corazón acelerado. He recuperado
aquellos sentimientos de amor que ya daba por perdidos; la soledad era en ese
momento mi única compañía.
Llegaste a mi vida sin pensarlo,
cuando ya casi estaba perdido, sin dirección y con mi alma vacía. Llegaste
cuando más te necesitaba.
No quería aceptar que necesitaba
un alma gemela que acompañara el rumbo de mi camino. Tu mano, tu sonrisa y tu
paciencia hicieron que mi mundo se convirtiera en lo más maravilloso que he
podido sentir.
Te amo... siempre. Estamos juntos
construyendo nuestra historia. Eres mi guía, eres la luz que necesito, eres el
aliento de mi alma, eres el calor de mi cuerpo, eres el tiempo que marca los
segundos de cada instante en el que crece mi amor por ti. Eres todo lo que
quiero, eres todo lo que necesito.
Hoy seguimos avanzando, dando un
paso más, magnificando nuestro amor, escribiendo en nuestro libro la historia
de amor más bonita que hemos podido sentir.
martes, 12 de agosto de 2025
Dante
Teddy es familia.
caí en sus encantos.
jueves, 7 de agosto de 2025
Decir Te Amo (Cancion)
que existías, un día te encontré y
cambiaste mi vida.
Apareciste como un ángel
cuidándome los pasos, ¿Cómo
agradecerte el calor entre tus brazos?
¿Simplemente decir te Amo?, o
¿Abrigarme en tu regazo?, És, entregarte mi
corazón, estar siempre a tu lado con
tu amor.
Como imaginar la vida sin tus
manos, sin ellas no abría mi tierno
embeleso; que das a mi alma
endulzándome los labios, tu cuerpo y
tus caricias, es mi eterno descanso.
Audio de la cancion
Mike Durand
miércoles, 6 de agosto de 2025
El Cuy y el Cóndor
El Cuy y el Cóndor
En lo alto
de los cielos de Cusco, volaba un cóndor, muy vigilante y observador.
Desde allí, podía ver toda la ciudad de Machu Picchu y a todas las
personas que caminaban por el lugar. De pronto, algo muy pequeño le llamó la
atención. Era un cuy que corría desesperado, escapando de un grupo de
niños que querían atraparlo.
"¡Ya
voy a llegar a mi jaula!", gritaba el cuy. "¡No debí salir, pero
quería esa alfalfa que se le cayó al campesino! ¡Tengo que correr más rápido o
me atraparán!".
"¡Ya
lo vamos a alcanzar!", gritaban los niños. "¡No dejen que se escape!
¡Ya lo tenemos!".
El cuy era
muy rápido, pero los niños también. De pronto, un perrito muy simpático se
atravesó en el camino del cuy y ¡PUM! El pequeño roedor se resbaló y fue
atrapado por uno de los niños.
"¡Lo
tenemos! ¡Lo tenemos!", gritaron los niños. "¿Qué haremos con él
ahora?", preguntó uno de ellos.
Mientras
los niños pensaban qué hacer con el pequeño cuy, el cóndor, desde el cielo,
extendió sus alas y descendió rápidamente hacia los caminos de Machu Picchu. Se
posó en la rama de un árbol y, con sus alas abiertas, creó una sombra que
alcanzó a cubrir al grupo de niños.
"Ustedes
están lastimando al pequeño cuy y eso no está bien", dijo el cóndor.
"Si no lo sueltan ahora, tendré que comerme los zapatos de cada uno de
ustedes".
Al escuchar
hablar al cóndor, los niños soltaron al cuy y se fueron corriendo sin mirar
atrás, asustados por las palabras del ave.
"Gracias,
señor cóndor", dijo el cuy.
"Ve,
pequeño, ve ya a tu jaula y no vuelvas a salir", le aconsejó el cóndor.
"De lo contrario, ya no pensaré en comer zapatos de niños".
viernes, 1 de agosto de 2025
“En la estación del Tren”
“En la estación del Tren”
Llegué a la estación de tren y, de repente, una sensación
extraña me invadió. Como una advertencia silenciosa, la piel se me erizó. Al
levantar la mirada, noté que alguien me estaba observando.
—¿En serio? ¿Me está mirando a mí? —pensé, sintiendo el
calor subir por mi cuello—. No, seguro está mirando a alguien que está detrás.
Giré la cabeza discretamente. Solo había una señora meciendo
a su bebé en brazos. No, definitivamente no era a ella a quien miraba.
Mi corazón empezó a latir con un ritmo irregular. Intenté
convencerme: —Estoy bien. Esto no puede ser cierto—. Respiré hondo y levanté la
vista, lentamente, con la esperanza de que ya estuviera mirando a otro lado.
Pero no. Ahí estaba. Me seguía mirando. Y de pronto, sus
labios se curvaron en una sonrisa. Diablos. Mis músculos faciales se tensaron.
Intenté devolverle la sonrisa, pero no pude. Me quedé paralizado, solo atiné a
sostenerle la mirada. Y justo en ese instante, ella me sonrió de nuevo. No fue
una sonrisa casual, sino una genuina, que le iluminó el rostro.
Era tan hermosa que me costó asimilarlo. Sus ojos, de un
color avellana que brillaban con picardía, contrastaban con sus labios, de un
rojo intenso y natural. Su cabello, de rizos castaños, enmarcaba un rostro
perfecto. —Qué hago? —me pregunté, sintiendo que los nervios me jugaban una
mala pasada. Nunca nadie me había mirado así.
—Ok, ok, la miraré de nuevo, esta vez intentaré sonreír.
Mi mente me ordenaba actuar con normalidad, pero mi cuerpo
no respondía. Mientras la observaba, noté que ella volvió a sonreír y, con un
gesto coqueto, se llevó un mechón de su cabello rizado detrás de la oreja. Y
luego, para mi sorpresa, empezó a caminar hacia mí. ¿Lo está haciendo de
verdad?
Un sudor frío empezó a correr por la palma de mis manos.
¿Qué le digo cuando esté cerca? Mi mente era un caos, un torbellino de
preguntas sin respuesta.
—Solo mírala y espera —me dije.
Se acercaba cada vez más, y con cada paso, su presencia se
hacía más real. Finalmente, se detuvo frente a mí. Pude percibir el suave aroma
de su perfume, una mezcla delicada de vainilla y flores, y el fresco olor de su
cabello. Era simplemente asombrosa.
—Hola —dije, y mi voz salió temblorosa, casi como un
suspiro.
Ella sonrió de nuevo, una sonrisa que alcanzaba sus ojos.
—Hola —respondió con una voz dulce—. Perdona, esto puede sonar un poco raro,
pero no pude evitar mirarte desde que llegaste. Me pareces un chico muy guapo.
La sangre se me subió a la cara. Sentí el sonrojo en mis
mejillas y me apresuré a contestar. —Muchas gracias. Soy Sebastián, o solo
puedes decirme Sebas—. ¿Qué estupidez acabo de decir? Mi respuesta sonó tan
torpe que quise que la tierra me tragara.
—Tienes un nombre bonito, Sebastián —dijo ella, ignorando mi
evidente nerviosismo—. Mi nombre es Melina.
—Gracias, el tuyo también —respondí—. Y todo lo que te
acompaña. Le sonreí de vuelta, y esta vez sentí cómo la sonrisa se formaba de
manera natural. Ella se mordió el labio inferior con una dulzura que me dejó
embelesado.
Estaba tan concentrado en ella que apenas fui consciente del
rugido del tren que se aproximaba, rompiendo el silencio de la estación.
—¿Subirás? —preguntó Melina, señalando el tren que se
detenía frente a nosotros.
Mi mente entró en pánico. —No, la verdad es que estoy
esperando a mi hermano menor —¿Por qué diablos dije eso? Él puede tomar el
siguiente tren.
—Oh, bueno, entonces... tendré que irme —respondió Melina,
su voz con un toque de decepción.
—¡Espera! —grité, el desespero en mi voz era inconfundible—.
Mi hermano puede irse en otro tren.
Melina me miró, y la dulzura en su mirada me desarmó. —No te
preocupes. Sé responsable. Cumple con la obligación de hermano mayor que eres
—dijo, con una voz tan suave que era imposible contradecirla.
Las puertas del tren se abrieron con un chirrido,
invitándola a subir. Ella se dio la vuelta y sacó una tarjeta de su bolsillo.
—Este es mi número de celular —dijo, entregándomela—. Espero
saber de ti pronto. Adiós, Sebastián.
Subió al tren, y yo seguí paralizado, sosteniendo la tarjeta
en mi mano. Recorrí con la mirada el vagón que se alejaba, sintiendo cómo se
llevaba consigo el aroma de Melina. Salí de mi asombro cuando la voz de mi
hermano me sacó de mi ensueño.
—¡Ay caray, por poco y llego alcanzarlo, Sebas! Oye, ¿estás
bien? Te ves perdido —preguntó.
—Ah, ¿qué? Sí, estoy bien —dije, intentando reaccionar.
Miré la tarjeta en mi mano, saqué mi celular y, con el
corazón latiendo a mil, marqué el número. El teléfono empezó a sonar...
—¿Aló? —contestó una voz femenina al otro lado.
—Hola, Melina. Soy Sebastián —dije, respirando hondo y
dejando de lado todo el miedo—. Quería preguntarte si... quisieras tomar un
café conmigo.
Un breve silencio se extendió.
—¿Sí? ¿Me esperas en la siguiente estación? —pregunté, mi
voz temblorosa de la emoción—. ¡Ok! Allá nos vemos, Melina.
Mi hermano, que me miraba sin entender nada, preguntó:
—¿Todo bien, Sebas?
—Sí, hermanito, todo bien —le respondí con una sonrisa que
ya no podía ocultar.
Guardé el celular y tomé la mano de mi hermano. El siguiente
tren llegó, y al subir, una sonrisa tonta se dibujó en mi rostro. No solo iba a
la siguiente estación, sino que iba a encontrarme con alguien que, tal vez,
podría ser la chica de mis sueños.