Otra noche más, sentado frente a la pantalla de la computadora, con el corazón pesado y la mente llena de recuerdos, enciendes la PC, ingresas al Facebook, escribes su nombre con dedos temblorosos, aún te duele recordarla. Quisieras no hacerlo, pero sigues pendiente de Ella, como un adicto.
Tal vez esta noche solo sean las mismas fotos de ayer, es un dolor conocido repetir verlas. Pero cuando hay nuevas, es difícil dejar de sentir ese frío dolor en tu corazón que te hace sentir vivo. Aprietas tu pecho desgarrado, ella está allí de nuevo.
Empiezas por su perfil, hermosa como siempre, con una sonrisa que te hace sentir que todo está bien. Continúas con las recientes, se ve tan feliz, y eso te hace sentir aún más solo. Te alegras por sus logros, no comentas nada, atinas al "me gusta", solo eso, porque no quieres parecer desesperado.
No quieres parecer interesado, vamos que por dentro te consumes por decirle todo lo que sientes. Las ganas que tienes de estar a su lado, no puedes dejar de pensar en ella, y te preguntas si ella también piensa en ti.
Deslizas el cursor, más fotos de ella, sus reuniones, los encuentros familiares, esos donde estabas tú, pero que nadie lo supo. No existía el Facebook, verdad. Sigues deslizando el cursor, te detienes, impulsado por una imagen más reciente.
Hay un beso allí, a la cámara, con la publicación al pie: "Se que me observas, ¿dónde estuviste todo este tiempo? Aún estás en mis pensamientos, sé que eres tú, siempre has sido tú. También te extraño". ¿Será posible esto? ¿Ha pasado mucho tiempo y ella sigue sola? ¿Aún me seguirá amando?
Te haces tantas preguntas, y no puedes evitar sentir una mezcla de emociones: esperanza, miedo, alegría. Y entonces, decides que no puedes seguir viviendo sin saber la verdad. Te levantas de la silla, determinado a encontrarla y descubrir si aún hay una oportunidad para ustedes.
Pero justo cuando estás a punto de salir, escuchas la puerta del cuarto abrirse. "Amor, ¿qué haces?", pregunta tu pareja. "Nada, cielo, solo revisando algunos informes", respondes, tratando de mantener la calma.
"Vamos a cenar ya, los chicos te están esperando", dice ella, sin sospechar nada. Y tú, con el corazón aún latiendo con emoción, te rindes a la realidad y sigues adelante, pero con la mente aún en Ella.
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